Os voy a contar un cuento: La niña de los cuervos
Ahora que los
días aún son cortos y las noches largas, y sigue haciendo frío, se me ha
ocurrido contaros un cuento. Uno que tenga un poco de todo: princesas y
príncipes, villanos, magia, peligros y final feliz.
Se trata de
una serie de ilustraciones que hice para participar en la Feria del Libro
Infantil de Bolonia, que se celebrará en marzo. De niña, la mayoría de las
ilustraciones de mis libros no me gustaban demasiado. Actualmente hay ilustradores
infantiles a los que admiro (como Rebecca Dautremer) y es posible que, si viera ahora
por primera vez alguno de los dibujos que entonces me fastidiaban, los apreciase
algo más pero, cuando era niña, no encontraba graciosas ni imaginativas las
caricaturas de los personajes, las cabezas y cuerpos basados en formas
geométricas y los brazos que no tenían el número adecuado de codos. Yo quería
ver a Juan Sin Miedo, o a un dragón de verdad y aquellas criaturas regordetas,
de nariz colorada (ambos eran así, y eso que eran libros diferentes) me decepcionaban.
Estos, o algo parecido, son los dibujos que yo hubiera querido ver en mis
cuentos de pequeña, incluido el color del cabello de la protagonista. En mis
cuentos, las princesas siempre eran rubias, con enormes ojos azules.
Así que poneos
cómodos, tapaos con una manta, preparaos un té, o un café, o un chocolate
caliente, y empezamos:
La niña de los cuervos
Había una vez,
hace mucho, mucho tiempo, un rey y una reina que tenían cuatro hijos…
Recuerda
Siempre se
habla de que ves pasar toda tu vida cuando estás a punto de morir, pero muy
poca gente te cuenta que lo que experimentas es sorpresa. En el fondo, no
comprendes porqué tu plan de vivir eternamente, que estaba funcionando tan bien
hasta el momento, ha fallado justo ahora. Que el último beso que diste fue eso,
exactamente: el último beso. Que el whisky de esta mañana ha sido el último también.
Y,
en casos como éste, puede que te preguntes a quién has cabreado tanto. No es
una profesión fácil, pero los más duros, los más rápidos o, incluso, algún
pobre diablo con suerte, llegan a viejos. Yo conozco a un par que han sabido
hacerlo bien, y no parecen más listos que tú o que yo. Así que te preguntas si
es que te pasaste de ingenioso en un comentario, o si averiguaste demasiado
como para vivir y demasiado poco como para sacar tajada, o si has compartido
cama con quien no debías. O puede que haya sido un poco de cada cosa.
Te miro ahí,
en el suelo, y me pregunto si estás pensando en esto.
Ilustración de Esperanza Peinado
Steampunk: Bajo bandera negra
Las lluvias de
invierno son las peores. Las de otoño tienen el encanto de la novedad, pero las
de enero son simplemente un estorbo. Por eso es tan útil que haya barcos
voladores, para poder, si lo deseas, sobrevolar la tormenta, o navegar entre
las nubes como por un inquietante Mar de los Sargazos, con los motores
apagados, a impulso sólo del aire.
Si
te aburres, puedes pilotar hacia abajo, a toda velocidad, hasta casi tocar la
superficie del océano, y luego subir deprisa, recibiendo la lluvia en el
rostro, salvaje y libre. Atacar las altas torres de despachos y escapar con el
botín sin que el portero, abajo, con su paraguas, llegue a enterarse de nada. Y
estar en Londres, o en la Martinica, a tiempo para cenar.
Es
genial ser un pirata en enero.
Ilustración de Esperanza Peinado
Corred, insensatos
Este no es el dibujo que tenía
pensado enseñaros hoy, pero llevo con ganas de rescatarlo desde que vi “El
Hobbit: un viaje inesperado” hace unas semanas. Se trata de un diseño para un
tatuaje que me pidió un amigo. La idea es sencilla: un balrog sosteniendo un
escudo enano. Cuando empecé a trabajar en él, me entró la duda de donde podría
un balrog haber conseguido un escudo del tamaño del que está maltratando, pero
recordé esas magníficas tallas monumentales enanas que adornan Moria o Erebor y
decidí que no habría tenido demasiados problemas, en realidad (Os comento esto
por si alguno es, como yo, menos dado a los simbolismos que a las historias y
sentía también curiosidad).
Otra de mis dudas fue si
dibujarlo con alas o sin ellas. Al parecer, el equipo de Peter Jackson tuvo el
mismo problema al rodar su película. Como Tolkien no es concluyente sobre el
tema, yo resolví no perfilarlas por motivos prácticos: en un tatuaje para el
hombro, las alas habrían sido un estorbo.
Por esa misma razón, el dibujo
original, a la acuarela, no tenía fondo. Se lo añadí después, digitalmente.
¡Ah, sí, El
Hobbit! Me encantó. Sé que han engordado el libro para lograr una trilogía
y no me importa. Disfruté el libro y disfruté la película. Me impactó la escena
que narra la llegada del dragón, me parece que han clavado el ambiente en el
duelo de acertijos entre Gollum y Bilbo, y la interpretación de Martin Freeman,
que ya me gustaba haciendo de Watson, me parece entrañable.
Ilustración de Esperanza Peinado
Día de Reyes
Ilustración de Esperanza Peinado
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