Chanoyu. La ceremonia del té
No me gustan las bolsitas de té. No es que sean feas (que lo son), o que afecten al sabor, es que no me gusta el sonido que hacen.
¿Lo habéis notado? Se escucha especialmente cuando paras los relojes. Yo necesito el sonido del agua al caer, de la cerámica trabajada con esmero -cada pieza, única, perfecta- al dejarla sobre la mesa, al levantar la tapa y colocarla de nuevo en su lugar. El roce de las hojas entre sí, el té al moverse en la taza, mi gato entrando desde el jardín. Los pájaros, la lluvia, el aire. El conocimiento de que cualquier otro sonido que interrumpa esto, será tan valioso como para merecerlo.
Como algunas casas tienen la habitación del pánico, mi vida necesita la ceremonia del té.
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