Os voy a contar un cuento IV: Un sitio donde esconderse
Estos días
estoy contando el cuento de La niña de los cuervos. En Os voy a contar un cuento, explico de dónde viene. Aquí comienza la historia, y éste es el segundo
capítulo.
Siguiendo
el Manual de la Princesa en Apuros, Guiomar huyó al bosque para esconderse de
su madrastra. Las princesas y los bosques tienen una relación simbiótica que
por ahora nadie se ha molestado en explicar, pero deberían, porque cualquiera
podría pensar que a una dama noble educada entre criados le iría peor al
encontrarse vestida de gala en medio de tanto árbol. Debe de ser algo que
aprenden desde pequeñas, como los escudos heráldicos y el bordado. El caso de
Guiomar no fue distinto y, conforme se fue adentrando más y más, alejándose de
las sendas, empezó a sentirse más segura y a plantearse como podría ayudar a sus
hermanos.
Había
parado a descansar, pues llevaba andando desde el amanecer, cuando sintió que
algo la observaba entre la maleza. Los tres cuervos alzaron el vuelo,
sobresaltados. La princesa se puso en pie, y una criatura extraña, mitad
animal, mitad planta, entró en el claro pausadamente. Era un espíritu del
bosque que, curioso, venía siguiéndolos. Guiomar le contó su historia y la de
sus hermanos, y el espíritu le dijo que ella misma podría romper el conjuro de
su madrastra. Para ello, debía pasar tres años en silencio, uno por cada
cuervo, y confeccionar tres camisas bordadas, una para cada hermano. Si lo
hacía, los príncipes recuperarían su aspecto original.
Así
que Guiomar se puso a ello. No era nada fácil, porque la princesa no tenía ni
idea de patronaje y coser nunca había sido lo suyo, por no hablar de que estar
callada era aburridísimo, pero como quería mucho a sus hermanos, persistió.
Una
mañana, el joven príncipe del país vecino se desvió del camino y llegó al claro
donde ella cosía, hermosa como un hada o una aparición, con el cabello radiante
bajo el sol, custodiada por los cuervos. Y se enamoró de ella y, resumiendo, se
las ingenió para que ella se enamorase de él y se casaron.
Y,
unos meses más tarde, aquella extraña joven que el príncipe había traído del
corazón del bosque, que nunca hablaba, que cosía metódicamente y que no se
separaba demasiado de tres enormes cuervos, quedó embarazada de su primer hijo…
Me imagino que en el manual de las princesas también viene explicado cómo sobrevivir en el claro de un bosque y seguir siendo hermosa como una hada y conservar el cabello radiante. Porque lo que es yo, dos días en un camping y pierdo todo el glamour...
ResponderEliminarClaro, esa es la prueba científica de que no soy una princesa :p
Las princesas SIEMPRE están hermosas y radiantes, y además la ropa les queda perfecta, independientemente de donde la saquen y así atraviesen tres muros de zarzas. Otras virtudes no están tan documentadas, pero pueden arrasar en cualquier anuncio de perfumes :P
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