Steampunk: viajando en el Nautilus
Bajo el mar, el tiempo transcurre de modo diferente. Dentro, en el silencio absoluto (si estás lejos de las bombas y los motores), mirando cambiar casi imperceptiblemente los azules, pasa lentamente, como las ballenas o esos otros animales inmensos, que son apenas un ojo enorme al otro lado del cristal. Fuera, el tiempo pasa muy deprisa, te bebes los minutos como el oxígeno. También decides si es de día o es de noche.
Y no hay fronteras o, al menos, no hay nadie que te las imponga. Cambias de sitio siguiendo tu instinto, como los bancos de peces.
Si lo piensas así, bajo el mar eres el señor del tiempo y del espacio.
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