Hadas de vacaciones
Estos días de verano me gusta bajarme a la playa a primera
hora de la mañana, antes de que aparezcan las radios, los jugadores de palas o
voleibol y esos preciosos bebés que ven el mar por primera vez y cuyas otras
primeras veces (la primera vez que mojan los pies, que chapotean o que se comen
un cangrejo vivo) te retransmite a voces una familia entusiasta. Me encanta la
calma que tiene el mar a esas horas, cuando apenas se escucha algo más que el
viento y el rompeolas, así que, aunque odio madrugar, estos días hago una
excepción y, si puedo, llego antes que los peces.
Aún así, nunca soy la primera. Suele haber un señor con pinta de
jubilado y pantalones blancos disfrutando de un periódico y varias sombrillas
huérfanas, que creo que brotan solas por la noche. Y, una mañana, estaba esta
tienda. Ni siquiera fui capaz de entender cómo se sostenía la estructura. Era
una mezcla de pabellón medieval y casa zíngara, una acumulación de alegres
telas de todos los colores, banderolas y guirnaldas, como una especie de
espejismo en la arena.
Intrigada, hice un pequeño boceto en el margen de mi revista,
pero no llegué a averiguar quién la ocupaba. Las dos veces que me asomé
discretamente –al ir a nadar y al salir
del agua- estaba vacía, aunque alguien había dejado dentro sus cosas. No ha
vuelto a aparecer por aquí, así que, si alguien la ve y averigua algo más sobre quién viaja con tanto estilo,
que me avise.
(Ilustración de Esperanza Peinado)
(Ilustración de Esperanza Peinado)
Me imagino al niño tratando de comerse al pobre señor cangrejo...;D
ResponderEliminarLa tienda te ha quedado preciosa con esos colores tan vivos. Contemplando tu dibujo, dan ganas de estar a pie de playa sientiendo la brisa del mar. ¡Qué buen invento las vacaciones!
Ay, y que lo digas... y cómo se echa de menos el verano, en estos días...:-P (Y gracias)
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