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Asombrada por vivir sólo una historia, decidí probarlas todas, una a una. También escribo y dibujo.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

La Reina de las Nieves


Érase una vez un chico que pensaba que los copos de nieve eran como las abejas y que, en algún lugar, debía de existir una reina. Y, un día, la Reina de las Nieves vino a buscarlo y lo llevó consigo. El palacio de la reina era bellísimo, pero de hielo, y la reina era perfecta, pero le heló el corazón. Le dio un puzzle de espejos que le hizo olvidarse del mundo y su vida anterior y allí se quedó el chico de plantón, hasta que su mejor amiga fue a buscarlo y rompió el conjuro para que pudiera regresar a casa.

Espero que vosotros mantengáis el corazón bien abrigado, lo cual, se pongan como se pongan los anuncios navideños, cada día es más difícil, y que siempre contéis con alguien que os lo descongele de un abrazo en caso de emergencia.   Que tengáis presente que un palacio no sirve de nada si está hecho de hielo (os lo digo yo, que no tengo calefacción ahora mismo), que buscar la perfección es absurdo si te impide reírte y ser feliz y que, en ocasiones, volcarse en un problema te resta perspectiva. Espero que estéis en casa.

Feliz Navidad.

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jueves, 19 de diciembre de 2013

Tres pequeñas escenas de invierno





Son tres pequeños dibujos, de unos 8 cm de lado,  que hice ayer en acuarela y tinta como parte de la decoración navideña. Se acerca el invierno...

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jueves, 12 de diciembre de 2013

Proyecto 10 Negritos: La isla del Negro


Agatha Christie escribió Diez Negritos en la Isla de Burgh, en la costa de Devon, un lugar bastante tranquilo que cuenta con un lujoso hotelito Art Decó y poco más. Con la marea baja se puede llegar andando al pueblo cercano pero, si sube, el hotel queda completamente aislado, excepto por barco. Y, si hay tormenta, ni siquiera por barco.




Esta situación tan engañosamente segura le pareció el escenario perfecto para una novela de misterio.
La isla podía explorarse a pie, no había ningún sitio, salvo la mansión, en el que un asesino pudiera esconderse, de no ser por la niebla podrían incluso ver el pueblo, si no fuera por la lluvia llegaría una barca que les devolvería a casa... pero la cuestión es que los diez habitantes de la isla están muriendo, uno por uno.

La isla tiene también bastante protagonismo en el juego de 10 Negritos. El tablero no se limita a las habitaciones de la casa, puedes (y debes) recorrer las diferentes localizaciones de la pequeña isla. El dibujo que aparece entre los papeles de las fichas de personaje fue el primero que hice de entre todos los elementos del juego.

Al principio de la novela, te explican que la Isla del Negro recibe su nombre de su forma, pues desde cierto punto de vista parecía un rostro con rasgos africanos. Burgh era demasiado plana para conseguir ese efecto, así que escogí la cara más rocosa y pronuncié más el perfil, obligando a los personajes a hacer algo más de ejercicio al explorarla. Cerca de Antequera (Málaga) hay una peñón al que la gente llama la Peña del Indio porque tiene exactamente la silueta de un indio de nariz aguileña tumbado de perfil. Yo me dejé llevar bastante de ese espíritu y exageré los rasgos en el dibujo. O eso pensaba yo, porque hasta hasta el momento nadie parece haber visto el rostro del negro en el dibujo. Quizá es de esas cosas que pasan desapercibidas hasta la primera vez que las ves.

La isla aparece también en la portada de la caja, ya que me parece que resume bastante bien la situación: Durante el día creías que estabas en una casa preciosa con vistas al mar esperando a tu anfitrión pero, al caer la noche, descubres que nadie, en absoluto, va a llegar y que tú tampoco irás a ningún sitio.  La tormenta se acerca y tú estas, literalmente, aislado.
 


(He tomado las fotografías de la Isla de Burgh de Mark Grimshaw y de Wikipedia Commons)
(Las ilustraciones, como siempre, de Esperanza Peinado Plaza)

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sábado, 7 de diciembre de 2013

Una tarde en la ópera


El lunes pasado fue la presentación, en el Conservatori Liceu de Barcelona, de El Nuevo Bayreuth de Wieland y Wolfgang Wagner (ediciones Karussell). Para los que todavía encontraron sitio para sentarse, porque la cosa se llenó bastante, fue una tarde muy amena, conducida por Ramón Gener (barítono, conferenciante y divulgador de la historia de la ópera) y con la actuación de la soprano Roser Valdivieso Font.  Y, por supuesto, con el autor, Emilio José Gómez Rodríguez, que estuvo respondiendo preguntas y ofreciendo su visión sobre el festival más famoso de Alemania. Es curioso lo de Emilio, que tiene ese tipo de conocimiento profundo que da el estudiar algo que te apasiona y, sin embargo, con esa forma de hablar que en seguida te hace sentir como entre amigos. Quizá sea el acento gaditano, o igual es algún tipo de don.

Sobre el libro, es el primero publicado en castellano que aborda esos aproximadamente quince años de Bayreuth, marcados por el pragmatismo de Wolfgang Wagner y por la luz (en todos los sentidos) de Wieland, y conocidos sobre todo por quitarle a las valkirias sus cascos con cuernos y revolucionar la escenografía en la ópera, hasta llegar a la que conocemos actualmente. Y, no menos importante, el diseño de la portada es mío, a partir de esta ilustración de Parsifal que os mencioné hace un tiempo.


Si queréis saber más del tema podéis pasaros por el blog del autor, o bien comprar directamente El Nuevo Bayreuth en la página de la editorial.

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