Entre el 25 y el 29 de octubre se celebró en Essen (Alemania) la Feria de Essen, la convención de juegos de mesa más importante de Europa, y yo estuve por allí acompañando a la editorial MasQueOca, con la que colaboro últimamente. Como experiencia ha sido espectacular. Cerca de 50.000 m
2 para más de mil editoriales de todo el mundo que dan a conocer sus productos y exponen las nuevas tendencias que están por venir, tiendas, asociaciones, miniaturas, decorados y cosplayers.
He disfrutado particularmente la parte de estar entre bastidores durante el montaje y el desmontaje de la feria, porque ambos tienen un ambiente distinto y, como decían Van Gogh y las sevillanas aquellas, un color especial. Los stands aparecen de la nada y vuelven rápidamente a ella con eficiencia alemana y es tan difícil imaginar el aspecto que tendrá todo al día siguiente, cuando aparezca el público, como recordar cómo era todo una vez que éste ha desaparecido.
Por deformación profesional, yo suelo ir más pendiente del aspecto gráfico de las cosas y estéticamente la feria es una delicia, no sólo por los decorados, las ilustraciones o los juegos a tamaño gigante sino por estudiar el diseño de los nuevos productos. Me encanta analizar qué recursos han empleado para hacer el juego más atractivo, más intuitivo, para adaptar la historia o el trasfondo de la forma más eficaz posible. Actualmente hay incontables sistemas de juegos de mesa, con otras tantas soluciones estéticas. Tableros transparentes, tridimensionales, giratorios, móviles, efímeros (construidos sobre la marcha para cada partida), minimalistas o exquisitamente detallados. Cualquier ambientación imaginable. Casi cualquier material.
Y, por supuesto, la gente. Es genial ponerles cara por fin a personas que hasta ahora sólo conoces de nombre o, directamente, conocer gente nueva con intereses en común, con la que esperas seguir en contacto.
En resumen, que he tardado como una semana en recuperarme, pero me quedo con ganas de repetir.