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Asombrada por vivir sólo una historia, decidí probarlas todas, una a una. También escribo y dibujo.

sábado, 12 de enero de 2013

Corred, insensatos



 Este no es el dibujo que tenía pensado enseñaros hoy, pero llevo con ganas de rescatarlo desde que vi “El Hobbit: un viaje inesperado” hace unas semanas. Se trata de un diseño para un tatuaje que me pidió un amigo. La idea es sencilla: un balrog sosteniendo un escudo enano. Cuando empecé a trabajar en él, me entró la duda de donde podría un balrog haber conseguido un escudo del tamaño del que está maltratando, pero recordé esas magníficas tallas monumentales enanas que adornan Moria o Erebor y decidí que no habría tenido demasiados problemas, en realidad (Os comento esto por si alguno es, como yo, menos dado a los simbolismos que a las historias y sentía también curiosidad).

Otra de mis dudas fue si dibujarlo con alas o sin ellas. Al parecer, el equipo de Peter Jackson tuvo el mismo problema al rodar su película. Como Tolkien no es concluyente sobre el tema, yo resolví no perfilarlas por motivos prácticos: en un tatuaje para el hombro, las alas habrían sido un estorbo.

Por esa misma razón, el dibujo original, a la acuarela, no tenía fondo. Se lo añadí después, digitalmente.

¡Ah, sí, El Hobbit! Me encantó. Sé que han engordado el libro para lograr una trilogía y no me importa. Disfruté el libro y disfruté la película. Me impactó la escena que narra la llegada del dragón, me parece que han clavado el ambiente en el duelo de acertijos entre Gollum y Bilbo, y la interpretación de Martin Freeman, que ya me gustaba haciendo de Watson, me parece entrañable.

Ilustración de Esperanza Peinado

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